MARIPOSAS BLANCAS: I PARTE


No estuve cuando mi hijo fue atacado por un perro más grande, no estuve para acompañarlo en sus últimos suspiros, no estuve cuando partió…. Pero hoy la vida me ha dado la oportunidad de estar con él, de una forma distinta, pero no por ello, menos real…
Mi Madre fue testigo gráfico de lo que relataré… o estamos las dos locas o, sencillamente, fuimos las dos las privilegiadas de vivir y presenciar la posibilidad que la vida me dio….
Mientras regaba el jardín de la casa de mi madre, me detuve a observar como cuatro mariposas blancas se acercaban a una mariposa blanca más grande que ellas. Las observe detenidamente por algunos minutos y, comencé a sacar mis propias conclusiones… O era un proceso normal de ellas o sencillamente la estaban ayudando a salir de la maleza en la cual estaba atrapada…. Me acerque lentamente hasta donde estaban, solo tres de las que estaban junto a la mariposa más blanca se fueron, una de ellas se quedo junto a la mariposa blanca grande, lentamente acerque mi mano y la saque de la maleza, en ese instante una gran emoción me abordo… a medida que me levantaba y mantenía en mi mano a ambas mariposas, se acercaron las demás, tuve cuatro en mi mano…
Su suavidad penetro por mis poros, entregándome una gran paz, tranquilidad… no obstante, mi mente comenzó a pensar rápidamente lo que estaba sucediendo y al instante llame a mi madre que se encontraba cerca…. Al llamarla me dijo: lo estoy viendo, es Mateo que está junto a ti…. Al los segundo todas ellas volaron desde mi mano para comenzar a revolotear a mi alrededor.
No sabía si reír o llorar, al fin, ninguna de las dos emociones primo, sino que al respirar di gracias y dije: MATEO…
Mientras escribo éstas líneas mi percepción selectiva se agudiza y miro desde la terraza mi entorno y son cada más las mariposas blancas que revolotean a mi alrededor, pero no sólo blancas sino amarillas, naranjas y de otros tonos que mezcladas con la naturaleza del lugar me hacen elevarme cada vez más y estar en un estado de suma calma, armonía y encuentro conmigo misma.
Tengo cuatro hijos, Mateo era el menor, o sea, fue el último en llegar y el primero en partir. Siempre pensé que Dios a través de ésta vida me lo había prestado, ya que sufría de epilepsia, por lo cual en cualquier minuto le podía dar un ataque muy fuerte y partir, quizás para ello me había preparado, pero no para que me lo arrebataran de la forma en que todo sucedió.
Mi consuelo es que lo disfrute al máximo, lo ame como nunca había amado a nadie… era mi otra parte, era un ser que llenaba todo mi ser, sin importar si hubiese tenido un día bueno o malo… Mateo solucionaba todo, me hacía reír y llorar, me acompaño en las circunstancias más inauditas… él era mi hijo, él era mi partner.
Recuerdo cuando llegaba a la casa cansada y él siempre atento a mi llegada me esperaba con su saludo tan particular, tan suyo… mientras él me alegraba mi llegada, yo le preguntaba: cómo estás hijo?, cómo ha estado tu día?, ante cada pregunta el respondía con su auuuuu!!! y yo, por mi parte, decía: sí amor, si yo también te amo… después de este saludo diario, durante los cuatro años que estuvo conmigo, Mateo iba en busca de su juguete y compañero diario, su peculiar fierrito amigo… Sí, como lo leen, su fierrito amigo. Era un fierro que no media más de veinte centímetros, viejo y oxidado, que descubrió en la casa antigua de mi mamá, mientras la acompañaba a ella. Desde ese minuto, Mateo nunca más se separo de su compañero y, por ende, yo tampoco. Paso el tiempo, vinieron cambios de casa y con ello mudanza, pero el fierrito amigo siempre estuvo con nosotros.
Hoy el fierrito acompaña a mi hijo donde descansa, junto al condito amigo, su pelota chillona y sus mantas de toda la vida….

Comentarios

Entradas populares de este blog

Condenada a Muerte

AMOR DE LEJOS, ¿AMOR DE PENDEJOS?

Ser agradecido